martes, 3 de abril de 2012

Desastre en el corazón verde 1ª parte.

Las Fragas del Eume constituyen uno de los bosques atlánticos mejor conservados de Europa. Pocos son los gallegos que no han visitado este enclave y disfrutado de sus fervenzas, su frondosa vegetación o las aguas verdosas del río Eume (el verde es debido al reflejo de la vegetación). 

El sábado 31 de marzo de 2012 un incendio provocado calcinó una parte del llamado corazón verde de Galicia. Esta fecha va a constituir un punto y aparte en las políticas forestales gallegas y con toda probabilidad limitará el acceso al monte de los colectivos de deportistas y excursionistas como ocurre ya en las CA de Madrid y Valencia, por poner dos ejemplos.

Son numerosas y a veces confusas las noticias que se están dando del desastre: a veces por intereses políticos, otras veces por una falta de formación y búsqueda de sensacionalismo de los periodistas.

A continuación vamos a desgranar las claves de la tragedia desde una óptica objetiva y tratando de arrojar luz a lo acontecido el pasado fin de semana.

EL ESCENARIO:

Las Fragas do Eume abarcan poco más de 9.000 hectáreas en torno al cauce del río Eume. Su principal riqueza radica en las diversas especies animales y vegetales unas endémicas y otras en pelgro de extinción como la Geomalacus maculosus (una especie de babosa que tiene lunares o algunas especies de helechos que ya habitaban en la Tierra hace millones de años (un ejemplar de uno de ellos se conserva en los jardines de Pontedeume). 



En el año 1997 este enclave fue declarado Parque Natural y actualmente está considerado como LIC o Lugar de Interés Comunitario formando parte de la Red Natura. Esta circunstancia, que para muchos de nosotros puede constituir un orgullo, supone una pérdida de derechos sobre el territorio de los dueños de las parcelas que están dentro de esta Red Natura. Ya no van a poder trabajar sus tierras. Están sujetos a las directrices de Europa que aplica a través de la Xunta y cualquier trabajo que quieran hacer necesita de la aprobación previa de la Xunta y en general están más por la labor de prohibir que de dejar hacer. En estos momentos, la resignación en el rural gallego está dando paso a la indignación ya que las zonas de Red Natura están el proceso de ampliación. En plena crisis económica el laboreo de muchas tierras dependerán de lo que se dicte desde Bruselas via Xunta o simplemente de lo que decida el jefe de servicio de turno, que probablemente su única vinculación con el campo sea cuando juega al golf.

Pero el incendio de este sábado no ha sido el único desastre sufrido por las fragas en los últimos años. En el año 2008 en uno de los tramos en construcción de la autovía de Vilalba se utilizaron tierras en los taludes con alto contenido en piritas (un mineral conocido como el oro de los tontos y con alto contenido en sulfuro de hierro y que se utiliza para obtener ácido sulfúrico). Con la aparición de las primeras lluvias comienza a acidificarse el río Chamoselo. Esta acidificación llega hasta el Eume y es detectada por personal de la central térmica de As Pontes. Desde esta central se cursan escritos dirigidos a la Consellería de Medio Ambiente alertenado del problema. No hubo respuesta. Pasaron los meses y la acidificación llegó aguas abajo del embalse. Una alta mortandad de reos pone en alerta a los pescadores que avisan al Seprona. Estos van directamente a quienes piensan que son los responsables: la central de As Pontes. Cuando llegan a la central, les muestran los escritos dirigidos a la Consellería de Medio Ambiente alertando del problema y ven que nada de ha hecho: quedan desolados. La negligente vigilancia ambiental de esta obra así como la parsimonia de la Consellería de Medio Ambiente que dirigía Pachi Vázquez provoca una acidificación sin precedentes en las aguas del río Eume descendiendo el pH de las mismas hasta valores en torno a 3  (la llúvia ácida tiene un pH <5) que aniquila prácticamente toda la vida en el río. Este pH tan bajo además solubiliza una gran cantidad de metales pesados que habían sedimentado en el embalse de A Capela durante años procedentes de las labores mineras de As Pontes. La solución fue parchear los taludes de la autovía e incorporar grandes cantidades de carbonato de calcio desde una barcaza al embalse de A Capela.





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